Tres consejos que usted puede aplicar ¡hoy!

1. Consulte a una nutricionista sobre la cantidad de agua que requiere su organismo.
2. Si su trabajo es sumamente activo, usted necesitará más líquido para hidratarse.
3. Una persona sana puede beber entre 8 y 10 vasos de agua por día.

José David Guevara Muñoz
Periodista de Mi Bienestar
editorial@mibienestarcr.com

«Depende de varios factores», contesta la nutricionista Noemy Araya cuando le planteamos la pregunta del título de esta nota. «Eso es muy personal», responde su colega Gabriela Salas, ante igual interrogante. 

Para la primera de estas especialistas, la cantidad de líquido que se necesita para hidratarse se relaciona con el hecho de si se trata de una persona sana, alguien que padece alguna enfermedad o una mujer embarazada o en período de lactancia. (Vale la pena leer la nota Hidratación: un buen hábito que no debe evaporarse).

Salas agrega otras circunstancias a evaluar: si la persona realiza un trabajo sedentario o uno que requiere de movimiento constante, o bien si es un deportista que pierde una alta cantidad de agua en entrenamientos y competencias.

Ambas profesionales, del Centro de Nutrición Clínica (CNC) del Hospital Metropolitano, coinciden en señalar que también hay que considerar si se trata de un hombre o una mujer que vive en un lugar frío, como Cartago, o caliente, como Puntarenas.

En todo caso, Araya y Salas recomiendan tomar, en promedio, entre 8 y 10 vasos de agua cada día en aras de contribuir con el buen funcionamiento del organismo humano. Esa cuota será más fácil de alcanzar si se almuerza y cena con agua. (Le aconsejamos leer la nota No todo líquido hidrata).

La Clínica Mayo, prestigiosa institución estadounidense, recomienda que los hombres jóvenes y adultos tomen unas 15,5 tazas de agua cada día, en tanto que las mujeres en esas edades beban aproximadamente 11,5 tazas.

De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), el agua es vital para el ser humano porque contribuye a regular la temperatura corporal gracias a que mantiene la piel hidratada y flexible, además de que lubrica órganos y articulaciones, y colabora con el proceso digestivo.