Estoy tratando de hacer las paces con la sal

Estoy tratando de
hacer las paces con la sal

Tres consejos que usted puede aplicar ¡hoy!
  1. Sazone los huevos del desayuno con productos como orégano, culantro o pimienta.
  2. Prepare usted mismo la salsa para la pasta, con vegetales y legumbres.
  3. Sea prudente con el consumo de chips y comidas rápidas.

José David Guevara Muñoz
Periodista de Mi Bienestar
editorial@mibienestarcr.com

Dice la Biblioteca Médica Virtual del Hospital Metropolitano que «se necesita algo de sodio para gozar de buena salud, pero la mayoría de la gente consume más de lo que necesita».

Lo confieso: yo formo parte de esos comensales; en mi caso, a través del uso excesivo de la sal. No es que a diario blanquee mi plato con ese polvo, sino que lo ingiero más allá de las cantidades de sodio que me proporcionan los alimentos de manera natural.

No se trata de un reciente descubrimiento personal, pues es un riesgo del que soy consciente desde hace muchos años. Sin embargo, las recientes entrevistas que le hice a las nutricionistas Gabriela Salas y Noemy Araya sirvieron para llamarme nuevamente a la sensatez y la moderación. 

Con esas especialistas del Centro de Nutrición Clínica (CNC) conversé, entre otros temas relacionados con la salud, sobre los pro y los contra del consumo de sodio por medio de la sal que usamos en nuestras casas. (Lea la nota Lo bueno y lo malo de la sal).

Ambas me ayudaron a recordar que la sal puede ser un aliado del bienestar personal o un enemigo sumamente peligroso. Todo depende del uso o abuso que hagamos de este condimento.

Por ejemplo, si no consumimos más de los cinco gramos de sal por día (una cucharadita) que aconseja la Organización Mundial de la Salud (OMS), podemos mantener los fluidos corporales en un nivel óptimo y contribuir al buen estado de la función nerviosa. (Lea la nota Tres pecados capitales que cometemos con la sal).

José David Guevara Muñoz, periodista de la revista Mi Bienestar, de Grupo Montecristo.


Sin embargo, si sobrepasamos la cantidad recomendada, nos exponemos a elevar la presión arterial, lo cual incrementa el riesgo de enfermedades del corazón y derrame cerebral.

Lo bueno de esta experiencia es que en las últimas semanas he dado pasos significativos en mi afán de pasar de la teoría a los hechos. Así, en vez de sazonar los huevos del desayuno con sal, los he preparado con orégano en polvo. (Lea la nota No solo de sal vive el paladar).

Asimismo, he acompañado la pasta con salsas que yo mismo he preparado (en lugar de productos industriales altos en sodio para ser preservados) con tomate, cebolla, ajo, culantro coyote y chile dulce.

En tercer lugar, cuando voy al supermercado me mantengo lejos de los chips pues sé que esos productos tostados suelen tener exceso de sodio. (Lea la nota Los niños no necesitan tanta sal).

Lo mismo cuando visito el centro comercial Plaza Lincoln, del cual soy vecino: procuro no acercarme a los restaurantes de comidas rápidas, pues en este caso, ojos que no ven, corazón que sí siente. (Vea el video Comer bien con presión arterial alta).

En eso estoy, tratando de hacer las paces con la sal.

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