José David Guevara Muñoz
Periodista de Mi Bienestar
editorial@mibienestarcr.com

“Hay padres que me dicen ‘ay doctora, qué importa que le quiten ese diente a mi hijo, de por sí es de leche’. No saben que esa decisión va a generarle problemas al niño más adelante”.

Así se expresa Giannina Rudín, especialista en ortodoncia y ortopedia en el Centro PediaClinic, una clínica de atención pediátrica multidisciplinaria que forma parte de Grupo Montecristo.

Se les llama dientes de leche a las primeras piezas dentales que aparecen en las bocas de los niños y que por lo general se empiezan a perder entre los 5 y 6 años, un proceso que puede llegar hasta los 12 o 13 años.

Luego surgen los dientes permanentes.

Explica la Dra. Rudin que los dientes de leche son sumamente importantes porque son los encargados de mantener el espacio que ocuparán después las piezas permanentes.

No solo eso. Son vitales también para el desarrollo de los huesos.

“Si se quitó un dientito de leche antes de tiempo, en hueso en esa zona no se va a desarrollar como debería hacerlo, por lo que no podrá darle al diente permanente una guía correcta de hacia dónde debe salir”, señala la especialista.

Como si fuera poco, los niños se exponen además a posibles infecciones en su boca y a problemas emocionales.

“Un chico al que le falten dientes de manera anticipada, posiblemente no va a sonreír ni a expresarse como debería hacerlo. Puede desarrollar problemas en el habla”.

¿Cómo se protege a los dientes de leche?

Para esta ortodoncista y ortopedista lo primero es velar por la higiene oral de los hijos. Recomienda hacerlo desde el nacimiento, lavar las encías con una gasa o pañito humedecido con agua tibia.

Luego, al aparecer los dientes de leche, papá y mamá deben cepillárselos. “Más o menos a los tres años ellos quieren empezar a usar el cepillo solos; podemos dejarlos pero luego verificar y retocar”.

Rudin sugiere el uso del hilo dental en los niños a partir de los 4 o 5 años, esto porque hay espacios entre los dientes de leche a los que el cepillo no llega pero el hilo sí.

La dieta también es importante.

“Que sea baja en azúcares. El azúcar no es nuestro enemigo, pero no nos hace mucha gracias porque es comida para las bacterias, lo cual produce caries”.

La Dra. Rudin dice que se marca una gran diferencia en la salud bucal de los niños cuando se les lleva cada seis meses a ser revisados por un ortopediatra.

“Es mejor dedicarle tiempo a la parte preventiva que tener que llegar a la curativa”, afirma.

FUENTE: Biblioteca Médica Virtual del Hospital Metropolitano.