Tres consejos que usted puede aplicar ¡hoy!

1. Deje a sus niños jugar.
2. Aproveche el juego para inculcar valores en sus hijos.
3. Preste mucha atención a lo que los pequeños expresan mientras se divierten.

José David Guevara Muñoz
Periodista de Mi Bienestar
editorial@mibienestarcr.com

«El juego permite a los niños pequeños aprender y dar sentido al mundo que los rodea», afirma la Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia).

Lo anterior es así porque se trata de una actividad que no solo entretiene, sino que además estimula, incrementa las habilidades y la coordinación de los pequeños, y les permite liberar energía y fomentar la exploración, explica la Biblioteca Médica Virtual del Hospital Metropolitano. (Le recomendamos leer la nota «El amor al deporte se siembra en la infancia»).

Y ahora que las vacaciones están a la vuelta de la esquina, vale la pena tener presente lo que afirma la Asociación Americana de Pediatría: «Los días cálidos y soleados son maravillosos. Son geniales para hacer ejercicio al aire libre». 

En consonancia con esos criterios, la pediatra Marylis González Anglada enumera 5 beneficios que el acto de jugar le aporta a los niños. (Vale la pena leer la nota ¿Cuánto tiempo deben estar los niños frente a las pantallas cada día?).

1. El juego le enseña a los pequeños actitudes importantes para la vida; entre ellas, el respeto hacia los demás. «Muy probablemente, el niño va a repetir los valores que les transmitimos al jugar», dice esta profesional del Centro PediaClinic, de Grupo Montecristo.
2. Al divertirse, el niño conoce sus límites espaciales, como a qué altura puede saltar sin lastimarse. Aprende a medir distancias.
3. Jugar le permite a los pequeños expresarse con libertad, manifestar lo que están viendo y viviendo, tanto lo bueno como lo malo, lo cual es importante para los padres. (No se quede sin leer la nota «Hay que inculcar buenos hábitos duraderos en los niños»).
4. La sudoración que produce el juego pone a los chicos en contacto con la importancia de las medidas de higiene personal. «Si me ensucio y huelo feo, tengo que bañarme», ejemplifica González Anglada.
5. El movimiento, la actividad física que implica jugar previene el sedentarismo, lo cual protege contra la obesidad, la hipertensión y la depresión. «Los niños que juegan habitualmente con sus progenitores tienen menos probabilidades de padecer ansiedad, depresión, agresividad y problemas de sueño», sostiene la Unicef.

De acuerdo con la pediatra mencionada, así como es importante que los padres jueguen con sus hijos, también lo es el hecho de darles sus propios espacios para que se diviertan con sus similares. (Invierta bien su tiempo leyendo Los 10 mandamientos de la crianza de los hijos).

«Los padres deben estar siempre vigilantes, echándole un ojo a los niños, pero deben soltarlos, darles libertad para que ellos conozcan qué son capaces de hacer solitos», expresa la pediatra.